Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un peso de gloria que excede sobremanera a toda comparación. —2 Corintios 4:17
Haga clic aquí para leer la lectura bíblica de hoy: 2 Corintios 4:17-18
Recientemente fui presentada a una organización con la visión de darles a las personas libertad de las dificultades. Mi primer pensamiento fue: ¿Eso es siquiera posible? ¿Se puede tomar a un grupo de personas y ayudarlas de tal manera que todas sus dificultades desaparezcan? Supongamos que la principal dificultad de un grupo es el hambre. Si pudiera garantizar que estas personas tendrán cubiertas todas sus necesidades alimenticias por el resto de sus vidas, ¿habría eliminado las dificultades? ¿Qué pasa cuando alguien de ese grupo pierde su empleo? ¿O le dicen que debe buscar otro lugar para vivir? ¿O le diagnostican una enfermedad incurable? ¿O su hijo reprueba todas sus materias y no puede terminar la escuela secundaria?
Las dificultades son parte de vivir en este mundo caído. Jesús dijo: “En el mundo tendréis aflicción” (Juan 16:33). ¡Eso no suena muy alentador! Él les dijo a sus seguidores (incluyéndonos a nosotros) que los problemas son una certeza. ¿No nos gustaría que hubiera dicho: “Sígueme y eliminaré todos los problemas de tu vida”? Pero Jesús no se detuvo solo en declarar la realidad de las dificultades. Continuó: “¡Pero confíen! Yo he vencido al mundo”. La palabra griega que se traduce como “vencido” aquí tiene el sentido de vencer continuamente. Él ha vencido, está venciendo y vencerá. Verdaderamente, eso debería animarnos y darnos valor.
La Biblia deja claro que las dificultades no solo son inevitables, sino que pueden ser beneficiosas. Al enfrentar las dificultades con la ayuda del Señor, desarrollamos perseverancia. El autor de Hebreos señala que Dios puede usar las dificultades como disciplina, para mantenernos en el camino correcto, entrenándonos para una vida de rectitud y paz (12:7-11). Y en 2 Corintios, Pablo observa que aprendemos a depender de la fuerza de Dios cuando somos débiles (12:7-10), y se nos recuerda que cualquier poder que tengamos proviene de Dios y no de nosotros mismos (4:7-8).
Los tiempos difíciles son parte de la vida de todos, ¡pero no son para siempre! Un día Jesús regresará y todo será hecho nuevo.
Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un eterno peso de gloria que sobrepasa con mucho cualquier sufrimiento. Así que no fijamos nuestra vista en lo que se ve, sino en lo que no se ve, pues lo que se ve es temporal, pero lo que no se ve es eterno (2 Corintios 4:17-18).
Entonces, ¿cómo enfrentamos las dificultades? Fijamos nuestros ojos en Jesús, recordando que cualquier sufrimiento en esta vida no es nada comparado con lo que Él sufrió para asegurar nuestra salvación. Y no se compara con la gloria de estar con Él para siempre.
Jesús es nuestro ejemplo: “el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz…” (Hebreos 1:2).
Reflexione: ¿Cómo manejas los tiempos difíciles? ¿Qué experiencias de tu pasado o de otros pueden ayudarte a confiar en que Dios usará las dificultades para hacerte más como Jesús?
Iniciador de Oración:
Señor, gracias por usar los tiempos difíciles para hacerme la persona que quieres que sea. Ayúdame a mantener mis ojos en ti en lugar de enfocarme en las dificultades.
Comparte esto con un amigo